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Aunque tanto en la forma como en el material existen múltiples excepciones, las medallas tienden a ser discos metálicos, similares en apariencia a las monedas, aunque usualmente de mayor diámetro y relieve pronunciado. Por lo tanto, también es sinónimo de premio, honor o condecoración. Normalmente tienen un símbolo o distinción en su interior.
Esta voz tiene su origen en la latina Metallum y en italiano Medaglia y así llamamos a aquellas piezas antiguas, que según la más corriente opinión, eran la moneda, de que se usaba en sus respectivos tiempos. Ello es cierto a excepción de aquellas que en Italia y en otras partes se llaman Medallones, las cuales verosímilmente no eran moneda, sino de aquellas arrojadizas que se suelen ver y esparcir al pueblo en las aclamaciones de los Reyes o son fabricadas con ocasión de algún gran suceso y se reparten como dones.[1]
Las medallas son emitidas con diversos fines y así existen:
El estudio de las medallas, su autenticidad, origen, clasificación, etc., constituye el objeto de la medallística, una rama de la numismática. En el Renacimiento se llamaban "medallas" a todas aquellas monedas de la Antigüedad que ya no estaban en circulación y por tanto no tenían valor de cambio ni tampoco tienen valor legal. Aunque la forma es generalmente redonda, con todo no faltan medallas ovales, poligonales, cuadradas, etc. Son monetiformes. La materia de que se componen es el oro, la plata, el plomo, el estaño, el platino, el níquel y el cobre pero también las hay de cristal y de barro cocido. En casos raros y especialmente durante el asedio a una plaza, se fabricaban monedas de cuero, papel o hierro (obsidionales). Las medallas no son totalmente de oro, plata o bronce; sino que solo las bañan en el material.